(¿o empresario del año, gerente de Aerolíneas, Techint, YPF, viceministro de Economía, el elegido de Cristina, el nuevo Moreno….?)
Hace unos años,
tomando un curso de macroeconomía con el Dr. Kicillof en donde debíamos
estudiar las distintas corrientes del pensamiento económico, el mismo nos decía
que para clasificar a qué corriente o escuela pertenece cada economista nos
íbamos a quedar con “lo que cada uno dice
ser”, aún a pesar de que sabíamos que en los hechos, no necesariamente expresan
aquello como se presentan.
¿Marxista o
keynesiano? Ezequiel Burgos contesta: “por
más que se defina como keynesiano, Kicillof es marxista.” Y la prensa
burguesa aprovecha para fomentar un sentido común macartista, por más que
aclare que “ser marxista no es ni bueno
ni malo”. Ya en la historia nos hemos acostumbrado a que a los rescatistas
del capital como Roosevelt con el New Deal o incluso el reciente megasalvataje
a los bancos norteamericanos por parte de Obama se los tilde de “bolcheviques”,
cuando no han sido otra cosa que mecanismos para dale vida a la valorización
del capital poniendo a disposición todos los medios posibles con los que cuenta
su representante general, el Estado. En esta vuelta, Burgos afirma que Kicillof
es marxista porque “él es una persona que
analiza la economía a través de las categorías que construyó Marx y analiza la
economía en términos de la dinámica que construyó Marx”, es decir que ni
siquiera para caracterizarlo puede apelar a una medida “estatista” del tipo de
una nacionalización –la compra de acciones en YPF ni siquiera califica- que
confunda vulgarmente al socialismo con una política económica capitalista, sino
que el marxismo se define solamente por las categorías con que se analiza la
realidad. Una escisión absoluta entre la teoría y la práctica.
El pensamiento
económico de Kicillof nos tiene sin cuidado, que se crea o diga keynesiano,
marxista, monetarista, o lo que sea, es una discusión totalmente estéril. Lo
que sí es importante clarificar es para qué lado juega este sujeto, y eso se
define en la cancha: un economista “buen gestor” del capital (o directamente “el
empresario del año” gestionando un holding de 29 empresas estatales) no
puede jugar para otro lado que no sea para el capital, por más que algunos
burgueses locales se sientan “amenazados” por sus dichos, en el fondo respiran
aliviados al ver que se siguen manteniendo las leyes de flexibilización
laboral, la caída del salario real por inflación y topes a las paritarias, casi
la mitad de los jóvenes en condiciones de precariedad laboral, el ajuste de tarifas
y el pago de la deuda externa. En el ABC del marxismo el Estado
es un instrumento de dominio de la burguesía, un órgano de opresión de una
clase por otra, o “el producto del carácter irreconciliable de las
contradicciones de clase”, al decir de Lenin. Y los agentes de ese tipo de Estado
son agentes del capital, no son “políticos” o “economistas” que bregan por los
trabajadores. La clase obrera esto lo sabe muy bien, y poco a poco va
despertando de las ilusiones
reformistas, tomando conciencia de sus fuerzas como lo demostró en el paro del
20N, a pesar de sus conducciones burocráticas.
Si conocer las
categorías marxistas nos hace marxistas, entonces la burguesía debería estar
preocupada por los centenares de “marxistas” que abundan en la academia
universitaria –en especial de sociales, filosofía, economía- hablando de
clases, plusvalía y explotación. Sin embargo, como el marxismo no es ni dogma
ni letra muerta, es un programa de acción revolucionaria, no alcanza con
contemplar el mundo a través de sus categorías, pues “de lo que se trata es de transformarlo”.
La conclusión más importante es que sólo una clase puede liberar a la humanidad
toda, a partir de la construcción de una fuerza social capaz de abolir la
propiedad privada y la sociedad de clases. Esto es lo que guió y guía la vida de los revolucionarios,
incluso el propio Marx, y de allí su vida consecuente junto a los trabajadores.
¿A qué marxista se le ocurre que para destruir al Estado capitalista hay que
formar parte de sus filas? Lo cual no excluye, desde ya, la importancia de la
lucha parlamentaria.
Burgos se
equivoca cuando afirma que Kicillof es un “convencido” de lo que “puede hacer una persona estando al frente
de un gobierno para mover y disciplinar esas variables y cómo eso puede llevar
bienestar a una población”. Lamentablemente esa es la ilusión de todo
economista y estudiante de ciencias económicas a quienes se les construye una
especie de omnipotencia del “policy maker”, como si efectivamente el curso de
la economía y de los acontecimientos pudiera digitarse desde un escritorio. En
ese caso, todo es cuestión de “manejar bien las variables”, y así se puede
reformar la realidad desde un ministerio, sólo se trataría de una buena
gestión. Se naturaliza así la explotación del obrero y se niega todo carácter
de clase del Estado. Pero la contradicción (¿?) interna de Kicillof es que
efectivamente él conoce las categorías marxistas, sabe muy bien que la vía
reformista no es más que una ilusión, y que el “bienestar de la población” es
en realidad el bienestar de unos pocos a costa del lomo de la mayoría. O quizás
nunca le importó profundizar en esas “categorías” y su opinión es la que decía
Lenin “en opinión de los políticos pequeñoburgueses, el orden es precisamente
la conciliación de las clases y no la opresión de una clase por otra.” Quién
sabe qué conflictos tendrá su cabeza, aún cuando era subgerente general de
Aerolíneas y representante del Estado en Siderar negaba ser funcionario público
(¡!!) incluso contestando cínicamente a un grupo de profesores “dicen que soy de La Cámpora , pero la verdad,
yo no se si soy de la Cámpora
o no”.
Lo que nos interesa
a fin de cuentas no es seguir indagando en la ideología del “convencido”
Kicillof, este más bien es un oportunista de la política, hoy devenido en
ferviente cristinista. Pero sí queremos dejar en claro que todo marxista que
busque transformar la realidad estará siempre luchando junto a los trabajadores
por la emancipación de los explotados y oprimidos. Y eso es totalmente lo
opuesto a formar parte de un gobierno burgués.
No hay comentarios:
Publicar un comentario